Aun quedaban rincones sin mirar y sendas que recorrer, pero no fue poco lo andado en pos de perdices y rebecos. Quedará grabado en la memoria mientras tenga memoria, y de memoria seguiré cazando allí, la mina, el montucu, el pradín, el morro…nombres que le dábamos a los cazaderos. Perdices duras, bravas, siempre difíciles, criadas al amparo de la madre Ubiña. Protegidas en prietos escobares, ponían a prueba al cazador y a sus perros, pocas le quitamos pero cuanto disfruté, porque cazar no siempre es matar, se es cazador por haber cazado.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Aun quedaban rincones sin mirar y sendas que recorrer, pero no fue poco lo andado en pos de perdices y rebecos. Quedará grabado en la memoria mientras tenga memoria, y de memoria seguiré cazando allí, la mina, el montucu, el pradín, el morro…nombres que le dábamos a los cazaderos. Perdices duras, bravas, siempre difíciles, criadas al amparo de la madre Ubiña. Protegidas en prietos escobares, ponían a prueba al cazador y a sus perros, pocas le quitamos pero cuanto disfruté, porque cazar no siempre es matar, se es cazador por haber cazado.
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