lunes, 10 de noviembre de 2014


Aun quedaban rincones sin mirar y sendas que recorrer, pero no fue poco lo andado en pos de perdices y rebecos. Quedará grabado en la memoria mientras tenga memoria, y de memoria seguiré cazando allí, la mina, el montucu, el pradín, el morro…nombres que le dábamos a los cazaderos. Perdices duras, bravas, siempre difíciles, criadas al amparo de la madre Ubiña. Protegidas en prietos escobares, ponían a prueba al cazador y a sus perros, pocas le quitamos pero cuanto disfruté, porque cazar no siempre es matar, se es cazador por haber cazado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario