Quedaran en el recuerdo las alboradas coronando el puerto, o
ver al sol pintar de rosa y salmón las laderas nevadas de la montaña, despedido
por el ulular del cárabo tempranero y el lejano y ronco ladrido del mastín del
pastor.
Escribiendo estas líneas, imagino las prímulas amarillas en los taludes y los primeros narcisos otra vez cubiertos de nieve, otra vez rubias y pardas lidiarán con los rigores invernales, y alguna más débil entregará su carne para beneficio de zorros, gatos, o garduñas. Los corzos y alguna venada pagara su tributo al lobo y posiblemente algún jabalí de los pocos por suerte que tiene el coto.
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