miércoles, 10 de octubre de 2012

Las primeras pardas de Alma del Falcorrio

Ya era de día, subiendo el puerto empezó a llover, el limpia parabrisas trabaja a velocidad corta como queriendo convencerme a mí mismo de que no era para tanto, aún así metí en la mochila una capa de agua, gorro de lana y un anorak, que aunque cala para el viento va bien. La mochila se hizo incómoda, sobre todo al principio con el litro y medio de agua para Alma, las escasas lluvias no han hecho que rompan las fuentes, y tal vez no se encuentre agua.
  La acusada pendiente hace que pronto empiece a sobrar la ropa. Ganada cierta altura, una ladera amplia de cayuna y arándano y otros tipos de brezo se extiende ante nosotros, las cuarcitas afloran en algunos puntos formando en el centro un pequeño canchal. Hay indicios de la presencia de las perdices, así me lo hace saber Alma con su rabeo alegre y enérgico, los excrementos "señales" en el argot del cazador, negros por la pulpa de los arándanos, salpican una pequeña campera que decido mirar entera pues el peón es fresco.

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